Tuesday

Yo puedo

Yo puedo abandonarte en el pasado,
dejar de revolver la tierra de tu memoria,
abandonar el sentimiento de un vez por todas.
Dejar de amarte y probablemente odiarte un poco.

Puedo vivir sin la esperanza,
contradecirte cada idea,
hacerte a un lado de mi cama
y sostener mi entusiasmo sin tu cara.

Puedo simplemente hacerte obsoleto,
recordarte como algo simple.
O simplemente no recordarte.
Dejarte atrás como una idea equivocada.

Puedo, más no quiero.
Pues en hacerlo temo por mi.
Temo lo que podría ser yo sin ti.
Me temo, así que no te olvido.


Arely Cortés González

Extraño esa sed

Extraño el escalofrío de ver tu ser desnudo,
la dulce cantaleta de mi mente que
reanima la sed de tus labios.
Extraño amarte, o simplemente amar.

Extraño el sudor de mis manos cuando
tus caricias me hacían temblar.
El amargo rojo azucarado de mis mejillas
que se sonrojaban al verte pasar.

Extraño la impaciencia de encontrarte por casualidad.
El leve flirteo que confiesa sin hablar.
La ineptitud de mi hablar y mi caminar,
al hablar o caminar contigo.

Extraño tu amor.
Lo extraño y te extraño.

Y es que es tan fácil extrañar
lo que no se tuvo jamás.
Más valdría no desearlo tanto,
que al tenerlo el amor se va.

Arely Cortés González
No es sencillo resguardar el sentimiento
a través del tiempo y la distancia.
No fue fácil defender su persistencia
ante malévolas jugarretas de la madurez.

Pero aquí estoy, como ayer,
en firme protección de lo que siento.
Aguardando la penosa venida
del tardío amor correspondido.

El tiempo y persistencia me han apaciguado,
la pasión se disminuye en el roce con tu ausencia.
Soy como la sombra de tu asombro.
O quizás menos que eso.

Creo que ya estoy cansada de amarte en el recuerdo.
Creo que merezco verte para saber que eres,
saber que amo, y con suerte dejar de hacerlo.
Es que amarte así es muy difícil.

Amarte en la ignorancia no es amarte.
Entonces te amo sin amarte,
¿cómo es eso?
Me quema y me congela, como el amor y el olvido.
Arely Cortés González

Aún eres

Eres como el sol plasmado en las montañas,
te ausentas en el balanceo de las horas,
pero regresas en cada primavera.
Eres la luz, no el sol.

Te leo y te sueño.
Como pequeña que sueña con respuestas,
princesa en el castillo que anhela el porvenir.
Te leo y te pierdo.

Entras y sales de mi memoria,
como olas cautivas que se encrustan en la area.
Soy la arena, arraigada en castillos diminutos.
Entras y sales por mis murallas.

Eres tantas cosas,
y a la vez no eres nada.
Eres mi eterno acompañante ausente.
Aún eres.

Arely Cortés González

Recuerdo de un ausente

Eres como la melodía que tararea mi cabeza sin cesar.
Me acompaña mientras hablo, como, duermo, canto o lloro.
No recuerdo nada de ti, salvo tu ausencia.
Y ese triste sentimiento envenenado que sembraste en mí.

Tengo constantes hemorragías de emociones.
De tu imagen bajo el agua, de tus ojos evadiendo mi mirada.
Pero al resucitar, nada se ha alojado en mi memoria.
Has de estar perdido en mi interior.

Te poseo al pensarte, pues te pienso con fervor.
Aunque poco ha servido tal posesión,
pues mi mente es un cordero
y tu amor es como un lobo atroz.

¿Cómo podría explicarle al recuerdo que esa ausencia
no es recuerdo, sino simplemente ausencia?
Y es que al recordar la ausencia,
pienso en ella y me lastima como tal.

Arely Cortés González

Wednesday

Miedos

Había yo colocado mi ilusión en una espera,
la espera que no entrega, promete o ambiciona.
La espera que nació de tu ansia.
Ansia que flirtea, engaña y envenena.

La espera terminó.
La evidente respuesta al anhelo
se entregó tajante a mi sufrir
con la negativa menos transitada.

No te arrojas al abismo
del más puro sentimiento.
No te entregas al suplicio
de este amor que yo te ofrezco.

Más tus miedos no son fríos.
Son tan solo unos entierros.
Entierras el orgullo.
Lo entierras junto a mi anhelo.

Arely Cortés González

Thursday

Ya no vienes

¿Qué me ha dado tu palabra,
o la ausencia de la misma,
que mantengo mis sentidos
en espera de tu voz?

Pareciera que has leido
la esperanza en mi mirada.
¿Por qué jugueteas en el cielo,
si mi alma yace enterrada?

Has invalidado mis latidos,
has tornado gris mi respirar.
Pensando en tenerte cautivo,
he encerrado mi propio corazón.

Arely Cortés González

Wednesday

El encuentro

Tu historia es esencialmente simple. Y tal simpleza puede convertirse en algo complicado bajo el desgano de las palabras. La conociste una tarde de noviembre, cuando las hojas aún caían de los árboles. Su cabello te inspiraba más poesía que el otoño que moría. La viste pasar, solitaria entre un montón de gente. Desde ese día las palabras murieron.

Estabas sentado en el banco frente a algún aparador. Observabas con cierto agrado la gente que se regocijaba al entrar y salir de las tiendas. La espera de cinco minutos se había convertido en una agobiante tarea sin fin. Vestías tus pantalones favoritos con aquella camisa obsequiada por tu madre tres meses antes. Y de pronto, como una ráfaga de luz que todo lo alumbra ella apareció frente al aparador. Estaba vestida de negro, con un tinte rojo en el cabello. La acompañaban tres o cuatro personas más. Era tan sencillo ignorarlos al estar con ella. Su sonrisa era eterna, como cristalizada. Tu corazón paró de latir por un instante y supiste que la amarías. Supiste que cada día despertarías bajo el embrujo de su mirada. Mirada que te veía y no veía nada. Supistes que en tus sueños la agonía acabaría con tu inocente ilusión. Supiste que llorarías. Pero la amaste. Decidiste vivir bajo el embrujo de ese amor que tú creaste. En un instante supiste como sería ese amor. Y preferiste el dolor y la agonía que saberte lejos de su brillo. La amaste mientras yo aprendía a odiarla. Odiarla bajo el encanto de otro sentimiento.

Pasaron poco más de dos segundos cuando decidiste acercarte. Mientras caminabas parecías tan seguro, tan valiente. Me hubiese encantado verte así, tan gallardo. Pero supongo que me hubiera partido el corazón verte llegar a ella. Su mirada te aterrizó bruscamente. Parecías un jinete que cae del cabello y se siente perdido en el aire sin lograr alcanzar el suelo. Así te derrumbaba. Su aroma quizá, su mirada coqueta que a muchos miraban. O quizás solo sus palabras dulces. Tu saludabas a una de las chicas que la acompañaba. Casualmente resultó familiar, y conocer a la niña de cabellos de fuego resultó menos espontáneo. Tu espera de cinco minutos terminó.

Alejandro llegaría animado y se uniría al grupo con su peculiar entusiasmo. Ellos se retiraron. Ella se marcho. Sin decir nada. Solo bastó con que elevara ligeramente su mano para clavar en ti la espina del amor eterno. Ese primer instante en que se marcho, fue el instante en que la amaste. Después del encuentro, temías encontrarla, porque temías que cada vez se marchara.
Arely Cortés González

Muerte en la parada de autobus

¿Está muerto? Ella sintió que su corazón latía tan rápido como los carros que pasaban frente a la parada. A causa del calor, o la impresión quizá, un cansancio agobiante empezó a invadir su cuerpo. No podía dejar de pensar en su imagen desaliñada frente al aparador de aquella tienda. Sentía que la mirada acusante del hombre que yacía en el piso la juzgaba. Le recordaba el menosprecio de aquellas mujeres arrogantes que entraban y salían de los vestidores.
El concretó tragaba la sangre que parecía esparcirse hacia ella. Dio dos pasos hacia tras, su temblor en las manos reflejaba más el asco por el pedazo de carne inerte, que temor por las consecuencias.

El grito desesperado de una mujer que la veía con miedo, la hizo comprender todo.

-Yo lo mate.
Arely Cortés González

Amor que muere

Muero lenta y ridículamente,
muero de un amor que no muere,
de un amor que muere mi amor,
porque el amor de amor muere.




Arely Cortés González

Si las palabras mueren

Aún si las palabras mueren
En el leve presagio matutino,
Existen cosas por decir
Pensamientos por pensar.

Te asemejas al recuerdo
Y en el recuerdo mueres.
Tu mirada mata las palabras
Y mata la esperanza.

En medio de tanta muerte,
Nace en mi un balbuceo:
Amo tu caricia
Que me rosa sin tocar.

Si hoy las palabras mueren
Muere con ellas la esperanza.
No escucho tu silencio
Y eso me hace amarte aún más.

Arely Cortés González