la dulce cantaleta de mi mente que
reanima la sed de tus labios.
Extraño amarte, o simplemente amar.
Extraño el sudor de mis manos cuando
tus caricias me hacían temblar.
El amargo rojo azucarado de mis mejillas
que se sonrojaban al verte pasar.
Extraño la impaciencia de encontrarte por casualidad.
El leve flirteo que confiesa sin hablar.
La ineptitud de mi hablar y mi caminar,
al hablar o caminar contigo.
Extraño tu amor.
Lo extraño y te extraño.
Y es que es tan fácil extrañar
lo que no se tuvo jamás.
Más valdría no desearlo tanto,
que al tenerlo el amor se va.
Arely Cortés González
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