Tuesday

lluvia de la mañana

Hoy se me olvidó que estamos en primavera.
La lluvia me acompañó por la mañana.
Un poco de lluvia con vientos del sur.

Monday

algún domingo

Hoy mueren todas las palabras.
Tristemente algunas pelean, cual náufragos en una isla.
La supervivencia del ser ya no se alimenta de la supervivencia del alma.
Al menos por ahora. Me alimento de conejos y aves, de sus ruidos y
movimientos; levemente rompo su equilibrio, acogiendo su compañía
a mi soledad.
Hoy han muerto todas las palabras, y aún hay mucho por decir.

Friday

Y vamos de nuevo. Hoy no me pude levantar temprano, y no fue a causa del sueño, simplemente me da un poco de coraje ir a la clase tan temprano, así que tengo que esperar unos cinco minutos en la regadera para que se relajen los ánimos y de ahí ya le vamos dando... el asunto mejora por ahí de las 9:01, cuando llego corriendo al salón y
el profesor ya terminó su primera explicación.

De ahí, regresar a, diplomáticamente, hacer un par de llamadas (me cansan las llamadas, pero me cansaría más hablar con ciertas personas) y tratar de, más o menos, amarrar algo para el destino inmediato que te quieres ofrecer.

Hoy las calles ya no se pintaron de naranja. Y entre la primavera y el invierno de hace unos días, solo encuentro una diferencia: en la primavera hay sol (más bien, no está nublado), claro que entre la luz o la sombra de la calle, solo encuentro una diferencia: el sol me cierra los ojos. Y pues sí, me sigo muriendo de frío. Ah, y la ausencia del naranja, se debe quizás a que el orgullo (que es mayor cuando se lleva en una playera, o cualquier artículo promocional, naranja evidentemente) se olvida en temporada de exámenes.

En ocasiones es necesario aprender que una canción de música pirata (en el sentido artístico de la palabra pirata, si lo hay) puede ser más reconfortante que una con mucho estilo musical (en especial si no tenemos bien definido este concepto). Y que en ocasiones, hasta RW puede cansar, y se extraña lo extrañable. Debería bajar un piso y buscar mi disco, pero me pesa más tener una conversación que he evitado los últimos dos meses.

Ocasionalmente, acompañada de un café y unas ansias de evitar el deber, he leido las columnas (orgullosamente) escritas por alumnos de prestigiosa reputación, creo yo, a causa de ser publicados. Un inmenso despliegue de torpeza gramatical (lo digo yo, que poco sé de eso) y falta de sentido común. ¿Por qué habría de importarme a mí y al resto de los 40 000 estudiantes la forma en que Eric o Jenny se emborrachan cada viernes? Pero es muy simple, evación de esa sección del periódico (gratuito) y pasamos a la sección de Deportes, donde se han acabado las noticias interesantes.

Y hoy todo se soluciona, un poco de hartazgo y obviedad en las cosas y todo vuelve a su curso normal, particularmente no habrá más demostraciones de euforia colectiva. Claro que la opción más rapida es correr al Walgreens (versión de Benavides, donde dicen hay de todo, pero al final nada tienen) comprar la tarjeta de teléfono e intentar creer que estamos en otra latitud (o longitud). De todos modos, de Mexicali a Hermosillo solo son
701 km.

Aunque hay que reconocer que se necesita estilo para ir en piyamas a clases, saber
recoger el cabello de la manera precisa, o usar la sandalia derecha en el pie derecho. El lapiz y la calculadora (habiendo sido útil solo el primero) se quedaron, por voluntad propia, en el salón. O tal vés ha sido a causa de mi torpeza.

Hoy solo un poco de frío en la mañana, lo cual debí preveer antes de correr hacia la clase. En la tarde, entre el sol y la sombra, este viento que si bien no es seco, no trae buenas ideas. Pero hoy solo debí esperar el tiempo preciso, saber lo que ya sabía y anticipar una buena reacción. Todo bien, por ahora solo nos queda tiempo para planear.