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Lo que quedo de aquellos tiempos

Uno parece olvidar la promesa de olvido que una vez se hizo. Entonces los recuerdos se vuelven gotitas de sal en el mar. Sin sabor para la vista. Solo visibles para la lengua. La garganta. Y esas manos que rozan el agua como se roza una herida.

De pronto, te encuentras con el pensamiento fijo en lo que quedo de aquellos tiempos. Sin novedad. Sin hartazgo. Y entonces, solo entonces, te percatas que aquello habitó en el olvido. Y hoy ha regresado. ¿Que tanto de aquello queda en esto?

Ahora se respira la inocencia de las piedras. Se respiran las piedras. ¿La razón? Ausencia de razón. ¿Razón? ¿Intención? ¿Deseo? Miedo. O quizás solo aquello que me diste.

* * *

Al fin y al cabo, las cartas son del que las escribe. ¿No es cierto?

1 comment:

HoanHesuusu said...

Yo creo que las letras son de quien las acoge: si escribes para deshacerte de una idea o un sentimiento y no volteas hacia lo escrito, ¿tendrás lo que dejaste en el papel? En cambio, quien lo lee y lo relee puede cargar de significado ese texto... y el significado será único, de esa persona.

Una carta, un texto, un libro son entes per se, con su propia vida inerte: virus que necesitan del mecanismo reproductor de un ente de vida activa.

... Creo yo.