Pero muy después de todo, hay resignación. Mas bien aceptación. Las cosas no son como deberían ser. Las personas están colmadas de miedos, vanidades y discreciones absurdas. Pero todo eso está bien. Está bien que las cosas vayan mal, que seamos estúpidos y que nada tenga una lógica aceptable. Está bien que se ignoren las palabras repetidas. Mismas que se repiten con el fin de ser encontradas. Está bien que tengamos una irónica fijación. Está bien que sigamos creyendo que encontraremos esa excepción. Está bien que desperdiciemos los instantes más preciados esperando aquello que ya no existe. Está bien que existan excusas sorprendentes para cada error que cometemos. O que cometen los demás. La decepción y el coraje, eso también está bien.
Está bien. Porque al final de cuentas ya nada de esto importa. Porque después de todo ya me resigné. O al menos creo que ya es tiempo de resignarme. He de volverme indiferente.
Y es que aún las mejores cosas son motivo de desanimo.
* * *
where is the passion when you need it the most?
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