o sin el Bateau ivre o el Ancient Mariner, pero me sé capaz de imaginarlo sin el Quijote.
Eso me obliga a cuestionarme, ¿qué, de aquello que decimos, no es inevitable? Y en tal caso, ¿cuál es la razón de decirlo? El silencio, pues, me parece una estructura más compleja y hermosa que todas las palabras juntas, porque entonces da paso a aquello que bien podría ser inevitable. Por lo pronto, yo no puedo imaginarme el universo sin la interjección de García Márquez (y algunas otras que no he de molestarme en transcribir):
Pero claro, como Menard, hablo, naturalmente, de mi capacidad personal, no de la resonancia histórica de las obras.
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